El oro y la bolsa, más aliados que enemigos

El desplome del lunes en las bolsas ocultó otra caída no menos relevante: la del oro, que ese día se dejó más del 1,5%. Esto no es una mera coincidencia, sino que ambos activos han estado moviéndose más o menos al unísono en los últimos tiempos. Algo que resulta muy extraño para los académicos porque en teoría no debería ser así en absoluto: desde hace décadas nos han dicho que la renta variable y los metales preciosos no tienen una elevada correlación.
Pero los mercados hacen lo que hacen y les importa muy poco lo que las correlaciones históricas indiquen. Así, Mark Hulbert, editor del Hulbert Financial Digest, asegura que esta correlación se ha incrementado de forma notable en los últimos 18 meses. ¿Por qué? Este investigador de los mercados sugiere que los analistas tienen razón respecto a las correlaciones mientras la inflación, no la inflación, sea la preocupación dominante en los mercados.
Pero cuando existe un temor real a la bajada continuada de precios, entonces el oro y las bolsas tienden a moverse a la par. Eso se explica porque el otro bajará durante un período de deflación y la renta variable también sufrirá por las perspectivas de un colapso económico que la deflación hace más probable.
El conocido Richard Russell, analista técnico, editor de Dow Theory Letters, es uno de los pocos que se han dado cuenta de este fenómeno. El pasado fin de semana, por ejemplo, argumentaba que, "cuando la bolsa cae, el pensamiento más inmediato es que la Fed y el Tesoro están perdiendo su batalla contra la deflación. Con esa idea en mente, el oro suele sufrir furamente. A la inversa, una bolsa alcista sugiere que el Gobierno está ganando la guerra contra la deflación y que la inflación de activos se está abriendo paso. En cuyo caso, el oro subirá".

Una alianza con grandes inconvenientes
Esta alta correlación entre el oro y las bolsas durante la deflación es poco alentadora, porque es precisamente en las caídas cuando los inversores en bolsa más necesitan diversificar su dinero en activos teóricamente poco correlacionados.
Pero Hulbert señala una ironía todavía mayor en la situación actual: significa que, cuando la deflación es la mayor preocupación, tanto los inversores en oro como en bolsa están deseando -al menos en su fuero interno- lo mismo, es decir, evitar la deflación a toda costa.
Esta alianza contra natura entre las acciones y el oro no durará siempre, por supuesto. Cuando las autoridades monetarias consigan por fin evitar la deflación, volveremos a tiempos más 'normales' en los que los dos activos estarán menos correlacionados. Pero, de momento, como dice Russell, ambos están juntos diciendo "ínflate or die" (inflación o muerte).

Fuente:
elEconomista

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